El que poco conoce sobre su pasado, poco avanza. Estas son las primeras andanzas en la escritura de una autobiografía gastronómica:
Capitulo 1: Reconocimiento personal. La caída al hueco
¿Quién soy yo?; ¿De dónde vengo?; ¿A dónde voy?; son algunas de las incógnitas más evocadas por el ser humano desde tiempos pasados. El desconocimiento personal como colectivo siempre ha estado presente dentro del imaginario social de las distintas sociedades y culturas alrededor del mundo.
Nadie se salva de buscar el qué, dónde, cuándo y porqué de nuestras existencias; es aquí donde caigo yo: Adriana Godoy. Una chica en la veintena con un pasado, un presente y un futuro sin plasmar en tinta y papel; y es que cuando resalto la oración: “plasmar en tinta y papel” es la evocación de mi reconocimiento de lo que soy, a través de lo que han vivido mis antepasados, sumado a mis propias experiencias del día a día y mi futuro.
Autobiografía del paladar…
Esta cuartilla, solo es un pequeño abreboca o tentempié de un entramado de vivencias y remembranzas alimentarias (una biografía gastronómica de mi como individuo desde los recuerdos y experiencias vividas presente en el acto de comer personal como colectivo: “familia”) que va desde mi primer atol de arroz y maicena, pasando por los hervidos, las arepas, las caraotas etc. Es un banquete de aromas, sabores y texturas sin igual.
Sin dilatar más la introducción ya que se enfría el primer plato; empecemos con un acercamiento del dónde proviene los conocimientos culinarios de los Godoy.
Historias inconclusas: Los Godoy
Es una pregunta dulce/amarga de contestar; si me preguntas a mí. El pasado de mis ancestros se ha perdido en los recuerdos de los familiares no presente y en el arnés social de vida que desde hace décadas ha vivido el venezolano. Es una constante búsqueda de un “futuro prometedor”, sin reparase en quien o que cosa dejó atrás.
Que quiero decir con esto; bueno tan corto como un suspiro esto significa dos palabras: modernidad/ capitalismo. Estos procesos sociales demarcaron un final y un comienzo hacia una revolución de las concepciones del tiempo y de la historia familiar. Lo que ocasionó varios fenómenos sociales (fragmentación de grupos, linajes y familias); culturales (extravíos de saberes, sabores y recetarios ancestrales) y otras aristas que no viene el caso de explicar en esta autobiografía gastronómica.
Ahora, ¿qué tiene que ver estas acciones del pasado, no tan pasado con la realidad de mi ascendencia? Principalmente, el desconocimiento y desinterés del legado culinario de un linaje autóctono del país. Ojo, cuando hago mención a autóctono lo vinculo principalmente al hecho de devenir de una raíz histórica tan antigua como la yuca y el maíz en el continente americano.
3 ingredientes y un plato
El apellido Godoy está presente desde los comienzos de la colonización masiva en “el nuevo mundo”; soy descendientes de esta mescolanza de colores, tradiciones y saberes indígenas; originarios del América del sur; de hombres y mujeres de padres esclavos del continente africano y de colonos blancos de las islas canarias u otro sector del reino de Castilla en la ahora conocida España.
Con esta unión cultural de sabores, ingredientes y especias no solo mi familia y yo hemos creado un sistema alimentario individual; sino que es una red de experiencias colectivas que se entrelazan con otros sectores sociales de nuestro circulo social (clases, linajes, estamentos sociales, religiones, etc.), territoriales y espacios temporales. En otras palabras: estas grandes diferencias entre las cocinas familiares pueden hacerse remontar a limitaciones y oportunidades ecológicas que difieren según la naturaleza del espacio como de fenómenos sociales, históricos, económicos, simbólicos, sociales, religiosos etc.
Los Godoy comemos como comemos siguiendo un estigma ya definido; un patrón base que mantiene una formula general de recetarios y que al pasar los años se han consolidado algunos sabores, productos, especias, texturas, colores y otros se han perdido en el viaje a lo que hoy somos.
Como cómo como gracias a lo que aprendí de mi madre y yo lo mantengo o lo transformo a lo que hoy mi presente culinario me ofrece.
El sabor de un SER.
¿De dónde soy? Una pregunta que todavía no tiene un sabor predefinido; si transpolaramos este plato a una receta sería algo así:
Ingrediente de Adriana Godoy:
- 40% Maíz
- 40% Yuca
- 15% Granos
- 5% Productos importados
Total: 100% de sepa venezolana. Ni un poco más de española, ni italiana, ni afrodescendiente, ni indígena; ni ninguna otra región, nacionalidad u linaje. Está al dente mi identidad gastronómica (utilizando ya una jerga del cocinero)
Nací de las arepas asadas en budare con queso blanco llanero; broté de los sabores de los hervidos y sancochos de carnes, pollos o pescados de los fines de semana en familia; germiné de los quinchonchos con ñame, de los frijoles bayos con plátano maduro y de las caraotas negras endulzadas con papelón y aceite de oliva; todas ellas son el pan/plato diario de lo que soy y como en mis andanzas por este plano terrenal.
Vengo como dice mi madre siempre de: Naguanagua.
Un acercamiento dulzón que te deja ese gusto por más para un próximo compartir y es que nunca hay suficientes verduras (experiencias) para este caldo de memorias.
Colorín colorado, este capitulo ha finalizado…
¿Que te ha parecido este acercamiento con tintes de sabor y platillos de un personaje? Un abordaje curioso pero valido para describir nuestras historias personales.
Te invito a seguir este ejemplo. El simple hecho de reconocer las historias y vivencias familiares, son parte determinante para hacer a DONDE queremos llegar como individuo, como sociedades y como Seres Humanos. No tengas miedo de comerte al mundo
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